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  • Foto del escritorLucía Montilla

Confinada a 862 kilómetros de casa

Una cordobesa a la que el confinamiento le ha pillado en Barcelona cuenta cómo está llevando estar lejos de casa

En la octava entrega de ‘Historias de la cuarentena’, Sara Medina, una cordobesa a la que el confinamiento le ha pillado en Barcelona, cuenta cómo está llevando estar lejos de casa y qué preocupaciones acechan su mente.


La situación actual generada por la expansión del Covid-19 se ha cobrado ya 25 vidas en la provincia de Córdoba. Actualmente, según los últimos datos de la Junta de Andalucía, hay un total de 782 contagiados. A pesar de que estas cifras son preocupantes, Córdoba no se encuentra entre las provincias más afectadas por la pandemia. El foco está en las grandes capitales como Madrid y Barcelona, donde los casos no dejan de aumentar.


Sara Medina es una cordobesa graduada en Administración y Dirección de Empresas que lleva cuatro años viviendo en Barcelona. La situación en la capital catalana es mucho más alarmante que en Córdoba: allí el número de contagiados se eleva a 23.460 casos y ya hay 2.335 fallecidos.


Al acabar la carrera partió a la capital catalana, donde hizo un máster y posteriormente empezó a trabajar en una consultoría.

Según cuenta la cordobesa, allí la tensión se mascaba en el ambiente algunos días antes de que se declarara el estado de alarma. La evolución de la pandemia en ambas ciudades es muy diferente: mientras en Barcelona el primer caso llegaba el 25 de febrero, en Córdoba se confirmó el 10 de marzo. Asegura que, cuando ella le contaba a sus padres que estaba asustada, su madre le decía que no se preocupara porque la situación «no llegaría a tanto».


Desde que se inició el confinamiento, solo sale un día a la semana de casa para hacer la compra y, de paso, tirar la basura. «Siempre salgo con guantes y mascarilla. Me lavo las manos y lavo la ropa y el calzado cuando vuelvo a casa», explica.


Cree que ha hecho bien quedándose en Barcelona porque, de otra forma, podría haber puesto en peligro «a mis padres, a mis abuelos o cualquier persona que hubiera tenido al lado en el tren». Confiesa que es la mejor decisión que podría haber tomado porque, aunque le gustaría estar en Córdoba, esta situación acabará pasando.


Su día a día antes era «muy estructurado», ya que tenía un horario fijo de trabajo y de actividades como teatro o clases de inglés. Considera que «la cuarentena nos está bloqueando la rutina y nos hace innovar. Te quita hobbies que tenías, pero te están dando lugar a que busques otros».


Sara estaba preparando con su grupo de teatro la obra «Perversiones variadas sobre Edmond», un mix de tres obras de David Mamet. Ahora que el espectáculo no puede continuar, está buscando nuevos hobbies que disfrutar.

El Real Decreto-ley de medidas urgentes por el cual se declara el estado de alarma establece una serie de obligaciones a la empresa, como son la limitación de su actividad económica o el cierre total en el caso de que su labor no sea compatible con las actividades que se pueden ejercer durante esta crisis sanitaria. Son muchos los profesionales que se han visto afectados por este nuevo panorama laboral.


Desde su experiencia, cree que «se está ralentizando todo» porque son los mismos clientes los que «están cancelando o atrasando proyectos». Piensa que esto hace que «vayamos más relajados y sin parar el ritmo, pero más tranquilos». «Ya se verá el efecto, si dura una semana, será positivo porque podremos avanzar; si dura un mes, pues no tanto porque ya conllevaría ERTEs y otro tipo de medidas«, piensa.


La empresa en la que trabaja tiene una sede en Madrid y otra en Barcelona. Asegura que en sendas se implementó el teletrabajo unos días antes de que entrara en vigor el decreto. Asimismo, se compraron geles desinfectantes para todos los trabajadores.


Antes de empezar a trabajar desde casa, estuvieron toda una semana haciendo pruebas de cómo se organizarían y qué posibles problemas podrían encontrar.

Últimamente vive en una preocupación continua que hace que «te comas un poco más la cabeza, no quieres pensar en ello pero, al final, lo haces». «El hecho de que haya tantos casos te toca de alguna manera. Tengo amigos y conocidos que están infectados e incluso casos de fallecimientos», manifiesta.


Vive en un barrio tranquilo y familiar con tres compañeros de piso. Cree que, aunque se sientan a gusto conviviendo juntos, «estamos más distanciados de lo normal porque estamos preocupados por nuestras familias».


Cada noche salen a aplaudir al balcón junto a sus vecinos. «Es muy divertido ver a los niños y a las niñas gritar y animar a los sanitarios», cuenta. Además, una hora después del aplauso diario, un vecino toca en directo el piano y estimula al vecindario.


Echa de menos la «vieja normalidad» en la que hacía planes improvisados y bajaba al supermercado si necesitaba algo. Por otro lado, cree que esta situación hace que las relaciones sean más fuertes que nunca porque ha recuperado el contacto con personas con las que llevaba mucho tiempo sin hablar.


Sus tardes y fines de semana se llenan de videollamadas con sus compañeros de trabajo. Un chequeo breve y diario para charlar y ver cómo están llevando el encierro.

En su opinión, esta situación «te crea un poco de paranoia porque te sientes desprotegida» aunque sigas las recomendaciones del Ministerio de Sanidad. Cree que esta tensión que se palpa en las calles va a tardar en desaparecer porque «pensarás que el virus puede volver».

«Esta incertidumbre de no saber cómo va a ser el futuro y de si esto acabará tocando a los míos» es lo que le da más miedo. A corto plazo, cree que las cosas no van a volver a ser como antes porque «esto nos va a dejar huella y vamos a cambiar nuestras rutinas» cuando todo esto pase».

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